“Creo que quedan unas seis horas para llegar a Madrid, depende del tráfico. Pero ahí en Los Monegros nunca hay nadie, no es tanto. Quizá cuando bajemos en Zaragoza puedo hablar con ella, claro. Quizá fuma y le puedo pedir fuego… ¿Crees que fuma? Parece muy fina, de estas que les llega el humo del tabaco y tosen con el meñique levantado. Es que como va a estar una mujercita como ella con alguien cómo yo, que además huelo a sudor del calor que hace aquí en el bus. Pero ella no, puedo oler su perfume des de aquí: huele a flores muy frescas, acabas de cortar y envueltas en papel de celofán, como recién exprimidas, como un zumo de naranja de esos del bar de la estación. Tengo que acordarme de pagarle el café que le debo a la chinita el bar, por cierto. Que siempre me dejo la cartera en la taquilla y me olvido. La pobre Chung Li acabará colgando una foto mía al lado de la máquina de café “No servil café” y me tendré que cambiar de bar. No lleva anillo ni nada, puedo atacar por aquí, quizá. ¡Mira! Está sacando un libro del bolso, ¿Qué será? Cien años de soledad. No lo he leído pero me suena… Creo que mi exmujer se lo había leído de jovencita, cuando no estábamos casados todavía.” “Y si le digo algo, así tipo: -¡Qué libro más bueno! A mí también me gusta mucho… errr… Gabril Garcia Márquez.” “No, tío, no. La vas a cagar porque te empezará a hablar de cosas de estas y no tienes ni idea. Quizá le puedo cambiar de tema tal cual: -¿Tienes novio, bonita?” “Demasiado directo. Tienes que enamorarla con las palabras, que se quede ahí patidifusa. -Tus ojos son cómo… “ Tampoco, nada de cosas de estas. Mierda, te estás olvidando de cómo se hace esto ya.” “-¿Conoces Madrid, podemos ir a tomar unas cañas junt…. No.” “-Bonita, tengo una habitación reservada, si quieres podemos relajarnos ahí… Cállate, anda. Cállate que Manuel de recursos humanos te estará leyendo los pensamientos des de la oficina y ya estará escribiendo la carta de despido. Los conductores tenemos que estar al 100% por la carretera, a tope, Miguel, no te distraigas. ¡No la mires! No la vas a conquistar, no te hagas ilusiones.” -Soldadito marinero conociste a una sirena…. ¡De esas que dicen te quero si ven la cartera llena….! … Sin saber cómo ha venido te ha cogido la tormenta….” […] “Bueno… ya está, medio camino. ¡A fumar, Miguelito! Que te lo has ganado. Uy… no la mires, se está acercando mucho, eso es que quiere algo. Quizá se ha dado cuenta que la mirabas mucho en el bus.” -Oye… señor, ¿tiene fuego? Es que sabes qué, me he dejado el mechero en Barcelona, en el otro bolso, el de cuero negro que me regaló mi madre cuando cumplí los veinte. Gracias. Qué tiempos, yo ya tengo treintaidos, y aquí estoy, de viaje comercial. Y gracias a Dios, porque en mi oficina han echado a la mitad… como la pobre Mari Carmen, que Dios la bendiga. Uy, y en mi barrio igual, la mitad de tiendas están cerrando y solo abren supermercados de esos veintucuatro horas, sabes? Pero bueno, está bien, también, porque te olvidas de algo, y ahí están, toda la noche, por cuatro pesetas que deben cobrar. Mira tú. ¿Tú eres madrileño? Sí verdad, se te nota en la cara. Mis padres son de Almería pero yo nací en Barcelona. ¿Has estado? -¿En Almer… -Vente un día a casa de mis padres y ya verás, mi madre hace las mejores migas de toda España, para chuparse los dedos. Ha ganado concursos. ¿Sabías que se hacen concursos de migas? -Eh… “Err…nunca aciertas tío. Te arrimas a las peores.” -Pues sí, y mi madre los gana todos. No me cuenta su secreto, la jodida. Se lo llevará con ella a la tumba, dice. “Tío… y ahora te quedan cuatro horas más con esta al lado, que ya no te suelta. Que es de esas…” -¿Me dejas otra vez el mechero? que estos de liar se te apagan con nada de viento que haga. Y aquí el tiempo está muy loco, mira parece que va a llover. Suerte que me he traído una manta para el bus que el camino se hace larguísimo y voy a intentar dormir. “Gracias a Dios…” -Pero, te aviso, que soy de las que hablan en sueños. “Lo que faltava…” -Venga, chiquilla, para arriba. Que salimos ya. -Me acabo el piti, voy. “Tío, Miguelito, desde tu exmujer no has ido a mejor. Te enamoras de cada chica medio bonita que sube al bus aunque esté loca. ¡Que vas desesperado, ya!” -En Barcelona los conductores son muy bordes, no te dicen nada. Yo voy cada día de Clot a Hospital Clínic, que es donde está mi oficina, en el H7, y el conductor nada, ni hola. Pero tú eres distinto… “Joder, me quedan tres horas así… Que se duerma, ya….Pongo la Radio Nacional, así seguro que se duerme con la música clásica.” -Parece un chillout con la música esta, qué relax. […] -Señorita, despierte, que ya hemos llegado. -Oye que bien, se me ha pasado volando. ¿Nos vemos en la vuelta? -No creo, yo vuelvo mañana a primera hora. -¿En el de las siete y media? -Mh, sí. -¡Qué bien! ¡Es el que va a coger mi novio! Así os conocéis. Sabes, es que él trabaja de comercial también, pero nunca coincidimos…. Así al menos sabré que está bien acompañado y no se me desmadra, que es un fiera. “En serio? Muy bien Miguelito, de mal en peor.” -Claro, claro, pues le veo mañana. Buenas noches. […] -¿Tío, de qué vas, ocho horas hablando con mi novia? ¿Te la querías llevar a la cama? Porque ni yo me paso ocho horas hablando con ella, ¡eh! “¿Y ahora ocho horas con este tío? Por favor… “ -A tu edad, y con lo joven y guapa que es, ¿qué esperabas? Eh? ¿Me escuchas? Ocho horas tío…. -Señor, por favor. Necesito silencio para conducir. -Eso no es lo que le dijiste a mi novia, eh, tío. A ella sí le dabas palique. Suerte que en Barcelona los conductores de bus son más profesionales. No como usted, ahí tirando los tejos a las viajeras guapas. “Relájate, mira para otro lado, como si no estuviera. Ponte en zen. Ommmmmmmm. Ommmmm. Anda, mira que cosita más bonita tenemos aquí. A esta no le he mirado yo el billete, ¿se habrá colado? Podría ir a hablar con ella luego, en Zaragoza. ¿Crees que fuma?”.
Amores pasajeros – Relato con premisas para el festival ALSA
